En primer lugar tendríamos
que ver lo que es y lo que no es un Entrenador Personal. Un Entrenador Personal
no es un fontanero, un electricista o un albañil; pero si su interés, el de
usted, es convertirse en fontanero, electricista o albañil muy probablemente
necesitará un entrenador personal fontanero, electricista o albañil; en tanto
en cuanto requiriese una enseñanza individual y personalizada a medida.
Ahora se utiliza mucho el
Palabro Coach para referirse al Entrenador y Coaching al hecho del entrenamiento;
pero tampoco hablamos de eso, de Coaching, lo que viene a ser una disciplina
relacionada de forma íntima con la psicología; pero un Entrenador Personal debe
de ser un poco psicólogo para andar un paso por delante de las necesidades de
su Cliente. Eso no quiere decir que un Entrenador Personal tenga que haber
realizado un costosísimo Curso de Coach psicológico.
Si eres un atleta,
gimnasta, nadador o practicante de cualquier otro tipo de deporte, sea
individual, como la halterofilia o la gimnasia de aparatos, o colectivo como el
futbol o el baloncesto y necesitas profesionalizarte o mejorar en tu disciplina
necesitarás un Entrenador Personal especializado en tu Deporte y que, de forma
general, suele tratarse de un antiguo practicante de dicha disciplina; en dicho
caso, no estamos hablando de un Entrenador Personal sino de un Entrenador de
Futbol, de Baloncesto, de Halterofilia o de Gimnasia de aparatos.
Un Entrenador Personal
tampoco es un médico deportivo, un fisioterapeuta o un quiropráctico (el
masajista de toda la vida), aunque pudiera tener conocimiento de todo ello;
pero esas no son las habilidades de lo que se ha venido a denominar como
Entrenador Personal.
El Entrenador Personal,
desde mi particular punto de vista, surge de la necesidad de los ciudadanos
normales, no atletas, gimnastas o deportistas profesionales, de sobreponerse a
una actividad diaria, por nuestra forma de vida urbanita, que va en contra de
nuestra naturaleza.
El Cuerpo Humano, es un
instrumento animal, que tenemos todos los seres humanos para poder manifestarnos
y adquirir experiencia y, como tal instrumento, está necesitado de una serie de
atenciones, ahora especiales; pero que en su día eran perfectamente naturales,
cuando no era urbanita, pues tenía que cultivar, cazar o pastorear para poder
sobrevivir. Tenía que luchar o huir de los depredadores para conservar su
existencia.
Hoy, salvo en lugares
concretos sujetos a conflictos bélicos, eso no sucede y nuestro cuerpo está
sujeto a los males del vicio y la comodidad. Vicios como los hábitos de fumar y
beber en exceso y la comodidad de mantenerse sentado o tumbado durante muchas
horas ante un terminal de ordenador o viendo las adictivas series de televisión
y las competiciones deportivas.
Llega un momento en que
nos sentimos mal porque nuestro cuerpo no está preparado, genéticamente, para
la inmovilidad y acudimos a nuestro médico de cabecera para que nos soluciones
nuestros problemas. A partir de aquí entramos en una dinámica medicamentosa que
más que solucionar de raíz nuestro problema se suma a nuestros males
produciendo dañinos efectos secundarios.
A partir de aquí tenemos
dos opciones, o continuar con nuestros hábitos de vicio y comodidad sumando
nuestra nueva adicción medicamentosa o, sin romper la relación con nuestro médico
de cabecera, algo nunca recomendable, empezar a sistematizar nuestras
prioridades teniendo en cuenta las necesidades básicas de nuestro cuerpo (el
movimiento)
Supongamos que hemos
tomado la decisión adecuada y nos ponemos a darle marcha a nuestro cuerpo. Está
bien; pero hay un pequeño problema, y es por lo que es tan necesaria la figura
del Entrenador Personal.
Partimos de un estado
anómalo consecuencia de muchos años de malos hábitos. No somos unos niños que
recibimos clase de Educación Física en la escuela, somos trabajadores del
sector servicios que nos tiramos 10 o 12 horas sentados frente al ordenador,
que nos trasladamos al trabajo y del trabajo a casa en automóvil o servicio
público, generalmente sentados y que, cuando llegamos a nuestro hogar solo
queremos tumbarnos en nuestro sofá favorito, ponernos un vaso de whisky y ver
la televisión durante unas cuantas horas más hasta que nos vayamos a acostar,
repitiendo esta rutina todos los días sin parar.
En esas circunstancias, no
especiales, sino tan habituales, ponernos a darle marcha al cuerpo, a diestro y
siniestro sin un rigor y medida razonables puede suponer que como poco nos
lesionemos y en el peor de los casos nos dé un síncope, colapsando nuestro corazón,
y perdamos la vida. Menuda gracia ¿no es así?
La labor y la razón de ser
de un Entrenador Personal es evitar, todo lo posible, que eso suceda. Primero
atenderá a su cliente con una entrevista previa con la que, mediante un amplio
cuestionario, comprobará el estado general de su futuro Entrenado. Tomará sus
medidas antropométricas y solicitará a su futuro cliente un certificado médico
que evite, en el futuro malas consecuencias. Es cierto que hay casos muy
concretos en los que el ejercicio pudiera estar contraindicado y eso solo su médico
de cabecera y, quizá el cliente, lo saben.
No conforme con lo
anterior, el Entrenador Personal, evaluará personalmente a su entrenado, yendo
con él a realizar los ejercicios que haya considerado más adecuados para su
cliente y ajustándolos, en tiempo y forma, según lo vaya considerando
conveniente.
Un Entrenador Personal es
responsable de la integridad física de su cliente, en tanto en cuanto éste último
cumpla con las directrices e indicaciones de su Entrenador Personal. Estando
acompañado de éste no habrá problema alguno pues ya se encuentra pendiente de
que su pupilo no cometa errores catastróficos; pero…
Un Entrenador Personal no
es nada barato, entre 30 y 50 euros la hora (a 07/09/2016) y en algunas
ocasiones bastante más caro; pues todo el mundo tiene que vivir, y para resultar más
económico y asequible a todo el mundo el Entrenador pasará con su Cliente o una
hora a la semana o al mes, según hayan acordado; por lo tanto, el Entrenador
deberá realizar unas tablas y rutinas de ejercicios para que su cliente las
cumpla lo más disciplinadamente posible, incluso durante el tiempo que no pueda
estar él presente.
No obstante, la atención
de un Entrenador Personal no queda restringida a esa hora semanal o mensual,
según los casos, sino durante toda la vigencia del Contrato sea éste por
escrito o de palabra; es decir, cualquier duda que le surja al Cliente será
respondida por teléfono u otros medios electrónicos como wasap o email y, de
ser necesario y si el Cliente así lo estima, acordar un día más o adelantar el
día del entreno para solucionar las posibles dudas.
Un Entrenador Personal no
tiene por qué ser, tampoco tiene por qué no serlo, un deportista de élite o un
Entrenador de una disciplina deportiva determinada; pero sí es cierto que él
mismo debe de haber sido entrenado para poder entrenar a sus clientes
proporcionándoles las rutinas de ejercicios más adecuados a sus necesidades
personales y estructura corporal, con el fin de compensar en favor de su
organismo y, por lo tanto, de su mente, todos aquellos malos hábitos adquiridos
durante tantos años, consecuencia de una Sociedad enferma y que les ha
conducido a un modo de vivir no natural e insano.
Si sientes la necesidad de
cambiar tu vida, hazme caso, busca un buen Entrenador Personal que te sitúe en el Camino de la Salud y el Bienestar.
Antonio Ruiz Alba (ARALBA)
Entrenador Personal