“Somos una Unidad indisoluble, aunque no te lo parezca”
-Ciertamente nada, de tu Todo, sobra-
Un alegato contra actitudes timoratas y la conveniente; pero falsa interpretación, de una verdadera y sana espiritualidad.
Aunque la Tradición Cristiana, con razón, disecciona a los seres humanos en tres partes diferenciadas, “Cuerpo, Alma y Espíritu”; lo cierto es que, por mucho que hagamos divisiones con el fin de entendernos, por partes, a nosotros mismos, somos una Unidad integral e indisoluble.
Sí, solemos indicar que en lugar de tres son, en principio cuatro, si dividimos al Alma en su parte mortal y en la Inmortal. También hablamos de siete cuerpos cuando nos referimos a las partes de nuestro único Cuerpo, en cuanto Espíritu, que habita en los diferentes planos o niveles de existencia; así tenemos:
1.- Cuerpo Físico-Plano Químico
2.- Cuerpo Etérico-Plano Etérico
3.- Cuerpo Vital-Plano de Vida
4.- Cuerpo de Deseos-Plano de Deseos
5.- Cuerpo Mental Concreto-Plano Mental Concreto
6.- Cuerpo Mental Abstracto-Plano Mental Astracto
7.- Cuerpo del Espíritu Humano-Plano del Espíritu Humano
8.- Cuerpo del Espíritu Virginal-Plano de los Espíritus Virginales
9.- Dios Padre, el Todo y Uno existente-Pleroma
En éste listado, los puntos Cuatro “Cuerpo de Deseos” y Cinco “Cuerpo Mental Concreto” conforman la parte mortal del alma que se recicla tras la muerte, mientras que el Seis. “Cuerpo Mental Astracto” es donde se encuentra ubicada el Alma Inmortal que; por otro lado, está íntegra y consustancialmente unida con el Siete, el “Espíritu Humano”
Los puntos Ocho y Nueve, según ésta división subjetiva pertenecen a otros planos de existencia; es decir, el Plano de los Espíritus Virginales se encontraría en Agartha (El Mundo Cuántico) y el del Espíritu de Dios no sería otra cosa que la totalidad del Pleroma. Ésta división es arbitraria si tenemos en cuenta que los mismos autores rosicrucianos suelen dividir éstos planos en otros números de subplanos; pero, en realidad, éstas divisiones son hipotéticas y están creadas para que, primeros, no nos vuele la cabeza y, segundo, que podamos intentar entender aquello para lo que no existen palabras humanas; al menos, ordinarias y comprensibles.
Ésta división de planos puede tener sentido si la hacemos partiendo del Plano Físico; pero carece de todo sentido si lo hacemos a partir del Pleroma; en tanto que, para el Pleroma no hay divisiones y Todo y sus, supuestas divisiones, son una sóla y única cosa.
Así, en el Pleroma carece de sentido tanto lo que denominamos trinidad humana como trinidad divina; cuanto más, los denominados siete o más cuerpos del Hombre. Todo éste galimatías se ha construido para intentar entender la formación de las cosas partiendo de nuestra condición tetra dimensional si contamos, a parte de las tres dimensiones espaciales, también la temporal; en tanto que, según demostrara Einstein, el Espacio-Tiempo es una Entidad indivisible; de otro modo, donde exista espacio tiene que existir el tiempo y viceversa; es decir, son indisolubles y no pueden existir el uno sin el otro.
Pues a nivel de dimensiones o planos de existencia sucede otro tanto de lo mismo, dado que lo único que posee verdadera Existencia es el Pleroma, el Uno, Todo; es decir, Dios Padre/Madre.
Si bajamos al Plano Físico podemos realizar también múltiples divisiones subjetivas. Así, cada Ser Humano estamos constituidos, a nivel material, de una cabeza, un torso, un abdomen, dos extremidades inferiores y dos extremidades superiores; pero esa división la podemos ampliar si deseamos introducir la nariz, los dos ojos, las dos orejas y la boca en la cabeza; los brazos, antebrazos, manos y dedos en las extremidades superiores; los muslos, la ante pierna, el pie y los cinco dedos; del torso podríamos indicar los senos y del abdomen, el ombligo, el ano y los genitales, externos en el varón e internos en la varona.
Pues bien, todas esas partes forman una Unidad inherente, no solo con cada Humano en particular sino también con el Pleroma. Digamos que, independientemente de los planos de existencia, con sus diferentes peculiaridades, todo es sagrado pues nada se encuentra, en verdad, separado del Pleroma; independientemente de que nuestro Universo exista en una burbuja espacio temporal rodeada, de forma multidimensional por el Plano de Existencia Cuántico; denominado Esfera Reflectora o Agartha, permitiendo así que puedan existir leyes y normas; cosa que, en el conjunto del Pleroma solo existe una Ley, la fuerza cohesiva del Amor, la de Dios.
Partiendo de ésta premisa, nada nos sobra y cada cosa que nos conforma posee su sentido de ser; es decir, nada está de más, aunque parezca lo contrario y mutilar alguna de las partes viene a ser lo más parecido a un sacrilegio, salvo que esas partes pudieran estar enfermas y fuese necesario, para el correcto funcionamiento del resto de las partes, amputarlas.
En éste Mundo donde no existe nada permanente y donde todo está sujeto a la degradación y la muerte es necesario que existan tanto el dolor como el placer. Pongamos unos pocos ejemplos fáciles de entender. El dolor es necesario para impedir que vayamos hacia el fuego y nos quememos o que pongamos nuestra piel en contacto con una afilada piedra o herramienta. También es importante para indicarnos que algo malo pasa en nuestro interior, un dolor de estómago digamos, y que algo debemos de hacer para corregir esa patología.
Con el placer sucede otro tanto de lo mismo; pero a la inversa; es decir, existe placer al comer porque de no hacerlo moriríamos de desnutrición; también es un incentivo para orinar o defecar, porque de no hacerlo enfermaríamos rápidamente y moriríamos; Ese placer se intensifica en las relaciones sexuales; en tanto que de no producirse la cópula entre machos y hembras, no nacerían niños y la Especie de extinguiría.
Ahora bien, hay cosas que nos producen placer y pueden, por vicio, llevarnos a la tumba. Así, un consumo excesivo de alcohol, de cafeína y otros estimulantes nos puede causar adicción patológica y, consecuentemente, enfermedades metabólicas, de los riñones o del hígado. Del mismo modo, un uso inadecuado del sexo, ejemplo la promiscuidad, con el fin de conseguir mayores cotas de placer, nos llevará a contraer enfermedades venéreas y a empeorar, sustancialmente, nuestra Calidad de Vida y tiempo de existencia.
Veamos por qué la lógica del Pleroma no parece serlo en nuestro Mundo Espacio Temporal. Nuestro Cuerpo físico es una imagen tetra dimensional de algo que siempre ha existido en el Pleroma como Idea; pero que aquí toma una forma física. Así, en el Pleroma todas las ideas conviven como una única Unidad, que es lo que es; por lo tanto, en el Pleroma o Mundo de las Ideas no hay nada que pudiera estar prohibido; es decir, no existe el homicidio ni el asesinato por la mera razón de que no existe la muerte. En tanto que unidad, todo en el Pleroma subsiste a modo de una permanente y eterna orgia y donde todo está unido a todo compartiendo el Amor de Dios.
El problema es que, aunque sea de manera subconsciente, intentamos recrear el Mundo del Pleroma en nuestro mundo material y surge la enfermedad, el caos y la muerte prematura; dicho de otro modo, nadie ha demostrado, a día de hoy, que la promiscuidad sexual, la homosexualidad o una sexualidad desenfrenada vaya a prolongar nuestra vida; sino que, lo que sucede es, justo, todo lo contrario.
Visto de otro modo, la moderación, sin abusos, es lo que es sano. No se trata de prohibir sino de ¡Conocimiento!. Si nos hinchamos a comer mariscos, lo más probable es que terminemos con gota o artritis. Si tomamos demasiado el sol se nos quemará la piel y, ahora sabemos, que pasado el tiempo se nos producirá un cáncer de piel.
Por lo tanto, podremos comer, tomar el sol, beber, tomar café u otras sustancias si se realiza con conocimiento y moderación. Todo es malo si se abusa de ello. Con el sexo sucede exactamente lo mismo. El Cuerpo nos pide el sexo si nos encontramos en condiciones de realizarlo; es decir, si somos fértiles; en caso contrario, no se trataría de una necesidad hormonal y que la Naturaleza ha creado para la supervivencia de las especies. Se puede tener sexo, simplemente, por dinero aunque ello no nos produzca placer; pero tambiën se pueden tener relaciones, no convencionales, por mera imaginación, por curiosidad y experimentación y esa tendencia ¿de donde procede? Naturalmente, de nuestro Plano de origen, del Pleroma.
Una ninfómana y su contraparte masculina, Un sátiro, intentan subconscientemente, recrear el Estado natural y placentero del Pleroma sin nunca conseguirlo; pero hay algo dentro de ellos que les impulsa a relaciones múltiples y, cada vez, más peligrosas, con el fin de intentar conseguir aquello que saben que existe en algún lugar. El problema es que ése Lugar no se encuentra aquí, en la Tierra.
Pero entonces, si el contacto orgánico entre individuos lleva a contagios de diversas índole, ¿Por qué una Vida matrimonial sana puede conducir a la salud y a prolongar nuestros años de vida? El Sexo, sin promiscuidad, funciona como una suerte de vacuna contra las infecciones para las que nuestra pareja posee inmunidad.
Así, a base de tener relaciones maritales también existe un intercambio de patógenos, siempre los mismos, y a los que el Organismo termina aceptando como propios. Es posible que, al principio, puedan darse algunos efectos alérgicos; pero con el Tiempo, en sentido Bíblico, la pareja se habrá convertido en una sola carne; pero ¿Qué sucede cuando el sexo en pareja deriva hacia una promiscuidad que en el Pleroma no tendría efectos negativos? Pues resulta que con tantos intercambios de pareja, al Organismo no le da tiempo material para que el Sistema Inmunitario actúe contra tantos patógenos y, naturalmente, enferma incubando los patógenos y transmitiendoles, potenciados, a las sucesivas parejas.
Con el sexo anal y otras practicas, un tanto escatológicas, sucede otro tanto de lo mismo; pero de forma más grave y amplificada, en tanto que por el ano surgen los desechos de la digestión, desechos que están plagados de patógenos que conviven en armonía dentro de nuestros intestinos; pero que al cambiar de hábitat, por ejemplo entrar en contacto con el pene, se transmiten a otros órganos como las vías urinarias, la piel, la próstata o el Sistema Sanguíneo, provocando patologías infecciosas en otros órganos; por decir así, el patógeno, inofensivo, en su ambiente natural se convierte en patológico cuando cambia de ecosistema; es por dicha causa que se insiste tanto en el uso de barreras artificiales como el preservativo; además de realizarlo con mimo para evitar desgarros en el ano que hiciera que los propios patógenos del intestino pudieran provocar una infección grave y generalizada; o sea, una septisemia.
Por lo tanto, el Mal no se encuentra en cómo utilicemos o dejemos de utilizar nuestro Cuerpo para conseguir placer adicional, sino en el desconocimiento de cómo funciona nuestro Organismo. Con prudencia, conocimiento y sentido común nada debería de prohibirse; el problema es que cuando se alcanzan niveles elevados de placer, se nubla el entendimiento y el sentido común y la prudencia nos abandonan provocándose el accidente que terminará por enfermarnos.
Todos, mediante el éxtasis queremos alcanzar el Pleroma y la Comunión con Dios; pero si perdemos el control sobre nuestros deseos y emociones, podemos entrar en un terreno peligroso y caótico, donde lo que, en verdad, alcanzaremos será enfermar y conocer el verdadero Infierno.
No, no es nuestra intención meterle a nadie el miedo en el Cuerpo; pero sí aconsejamos que el Conocimiento nos acompañe siempre y que el Sentido común jamás nos abandone. No podemos vender nuestra Alma por el temporal placer de un mero plato de lentejas.
Nuestra salud y la vida se pueden perder en un instante si perdemos temporalmente la consciencia de nuestro entorno. El Amor no consiste en alcanzar elevados niveles de placer sino en hacer sentir bien a todos aquellos que se encuentren a nuestro lado. Disfruten del sexo en las mil y una maneras posibles, nadie puede prohibirselo; pero tengan conocimiento de lo que van a hacer,sean conscientes de cada acto que realicen y pongan las barreras necesarias para que no se produzcan accidentes y, sobre todo, no se fien de la pornografía. Al tratarse de un mundo tan soterrado y oculto, no se divulga de qué suelen morir los actores y actrices del porno. “Si lo hacen ellos yo también podré hacerlo”, no caigan en dicho error y armense con todas las armas de la prudencia y ante la menor duda, no sigan adelante, frenense e infórmense adecuadamente de los más que probables peligros y de cómo poder evitarlos. Y por sobre todas las cosas, jamás se mutilen si ello no fuese necesario para su supervivencia.
Frater Aralba R+C