lunes, 4 de diciembre de 2017

Hacia una Filosofía del Culturismo, o ¿cómo recuperar su esencia original?

Aquí no vamos a hablar del sionista "hiper comercial" body building, de origen norteamericano, sino del verdadero Culturismo que nació en Europa. 

Una disciplina o forma de vida que aunaba los beneficios corporales de un ejercicio científico a los espirituales, propios, de las personas instruidas.

En Oriente, toda disciplina deportiva, generalmente arte marcial, lleva implícita su propia filosofía derivada del Budismo, llámese taoísmo o sintoísmo. 

Del mismo modo, en Occidente, toda disciplina conlleva su filosofía de trabajo, superación personal y mejora de la condición humana; todo ello, procedente de un punto de vista heredado del pensamiento helenístico.

Eso es así, otra cosa es que, con el transcurrir del tiempo, esa filosofía implícita en la Cultura Física no solo se ha obviado sino además despreciado; pero eso no sucede solo con nuestras naturales disciplinas deportivas sino también con las que nos han sido exportadas de Oriente. Es como si hubiésemos cortado por la mitad las disciplinas deportivas despojándolas de su verdadera esencia filosófica.

En lo que hoy se entiende, de forma errónea, como Culturismo encontramos personas extraordinariamente individualistas, narcisistas, egoístas y con nula empatía hacia sus semejantes, además de sentir poco amor por su salud corporal. Esas personas, por mucho que se publiciten como culturistas no lo son.

El verdadero culturista se considera como un ladrillo más, un simple instrumento de la Humanidad y cuyo ejemplo debiera repercutir sobre las personas que lo rodean. Vimos que un Culturista, además de un verdadero deportista que compite contra sus deficiencias corporales, además es un gentleman, un dandi; es decir, un verdadero Caballero o Señora en toda regla, según el concepto lleva consigo desde la antigüedad y ¿qué es un Caballero o una verdadera Señora?

Un Caballero o una Dama son personas vigorosas y vitales, siempre dispuestas a obsequiar con una sonrisa a quienes les rodean; pero no solo eso, sino que, además, pueden mantener una conversación inteligente y razonada sobre casi cualquier Tema.

Un verdadero Culturista no queda impasible ante las deficiencias, desgracias y errores de sus hermanos y hermanas humanas. Con la debida cortesía y educación, muy a pesar de ello, no deja de ser políticamente incorrecto a la hora de indicarnos que estamos mal, que hacemos las cosas mal y darnos los consejos adecuados para que podamos corregirnos.

No estamos hablando de juzgar a las personas, solo podemos juzgarnos a nosotros mismos, sino de decir la verdad sin ambigüedades. Flaco favor realizamos a otros si ayudamos a ocultarles sus carencias y errores.

No es cuestión de ser un mal educado y llamar a nuestros semejantes, guarros, gordos o enquencles, sino de hacerles ver que su apariencia muestra su insalubridad y por lo tanto, también, su malestar tanto físico como psíquico. La gordura extrema, la suciedad o la flaqueza extrema no son naturales de una condición saludable Humana, ni de cualquier animal salvaje y que, bajo dicha condición, sería fácil presa de los depredadores.

Ya, ya sé que no vivimos en condiciones salvajes para bien nuestro; pero tanto, nuestra condición física como de alerta psíquica debería de ser similar a aquella con el fin de hacer frente, no solo a nuestra vida cotidiana sino también a aquellas circunstancias extraordinarias que pudieran surgirnos al paso.

El levantamiento de pesas solo es una pequeña aunque importante faceta del Culturismo. Un culturista debe saber defenderse a sí mismo y a aquellos que se encuentren bajo su responsabilidad, todo ello, sin resultar de naturaleza agresiva o con un exceso de testosterona.

Para un verdadero Culturista, la violencia no es una opción válida; pero llegado el caso, no debe dejarse llevar por la visceralidad y sopesar sus posibilidades de vencer en una hipotética contienda.

Ante una confrontación, el culturista intentará zanjarla mediante el diálogo razonado, dejándose llevar por el sentido común. Si eso no basta quizá, mostrar sin ánimo de amenaza sus brazos o torso, pueda servir para que el hipotético oponente desista de su agresión.

Debemos recordar que el Culturismo, en sí, no es un Arte Marcial; pero un Culturista es aceptable que pueda estar instruido en determinadas artes marciales de carácter defensivo. De hecho no es otra cosa que una faceta más en la que los antiguos griegos se formaban en sus escuelas o gimnasios.

La lucha libre olímpica, el pugilato y el pancracio eran las artes marciales del mundo heleno. Muchas de las normas de aquellas artes se han perdido para siempre; pero se conoce, por referencias de la época, que el pancracio era muy similar al Ju Jitsu japonés o a lo que, en la actualidad, se conoce como artes marciales mixtas o MMA, (la verdadera Lucha Libre Profesional).

Ello no quiere decir que el Culturismo deba resucitar aquellas antiguas artes; entre otras cosas porque con otro nombre y, en diferentes lugares del mundo, siguen vigentes. Se habla mucho de las artes marciales orientales como el kárate, el Judo, Aikido o el Taekwondo; pero aunque su inspiración u origen son tan antiguos y milenarios como el Kung Fu, lo cierto es que son relativamente recientes, no anteriores a la primera guerra mundial y consecuencia de la occidentalización de sus países originarios.

El hecho clave es que el Judo, originario del antiguo Ju Jitsu japonés se creó para ser convertido en un deporte de competición. De hecho, tanto el Judo como el Taekwondo Coreano terminaron convirtiéndose en juegos olímpicos.

Expuesto todo lo anterior cabe decir que las artes marciales, para el Culturismo, no dejan de ser otra cosa que disciplinas conducentes al desarrollo integral del Ser Humano "el fin último del Culturismo", siendo el tema defensivo de dichas disciplinas un hecho meramente anecdótico y que el culturista debe, por todos los medios evitar, dado que la violencia genera violencia y una pelea puede saberse como comienza; pero nunca como acaba. Por otro lado, cualquier acto de violencia conlleva consecuencias imprevisibles como la venganza de otros y que no se pueden controlar.

Dicho lo cual, poco puede hacerse en contra de las armas de fuego que utilizan los delincuentes y lo que hace inútiles, como arma defensiva, a las artes marciales; por lo tanto ellas deben ser practicadas bajo la filosofía en que fueron inspiradas y que, de forma integral, fue asumida por los creadores del Culturismo europeo.

El Culturismo no posee una especie de decálogo de normas filosóficas estrictas y que lo habrían convertido en una suerte de religión de Culto al Cuerpo. El Culturismo posee una tolerancia muy elevada respecto a las disciplinas físicas o mentales practicadas; pero a título personal me decantaría por las menos lesivas o peligrosas para sus practicantes.

Tanto el Judo como la Lucha Grecorromana, el Aikido o el Taichí, nos parecen un complemento ideal para todo Culturista que se entrene con libros y pesas.

Sea como fuere, la filosofía del Culturismo es algo muy básica y razonable que podría explicarse con muy pocas palabras: Respecto a uno mismo, mantener una buena salud tanto física como psíquica para sostener, durante el mayor tiempo, la mejor calidad de vida posible y respecto a los demás, haz lo que tú quisieras que te hicieran y no hagas a los demás aquello que a ti no te gustaría que te hicieran.

No hablamos de Amor, Caridad u otros conceptos de moralidad religiosa, sino de simple sentido común humanista.

Porque la Filosofía tiene que ver con nuestro intelecto, es por lo que hay que mantenerlo en forma. Un intelecto enfermo provoca un desequilibrio que se transmite a nuestra actividad física que degenerando, por ello, realimenta en lo mental una continua degradación.

Ment sana in Córpore sano


Antonio Ruiz Alba (Entrenador Personal)