Aquí no vamos a hablar del
sionista "hiper comercial" body building, de origen norteamericano, sino del verdadero Culturismo
que nació en Europa.
Una disciplina o forma de vida que aunaba los beneficios
corporales de un ejercicio científico a los espirituales, propios, de las
personas instruidas.
En Oriente, toda
disciplina deportiva, generalmente arte marcial, lleva implícita su propia
filosofía derivada del Budismo, llámese taoísmo o sintoísmo.
Del mismo modo, en
Occidente, toda disciplina conlleva su filosofía de trabajo, superación
personal y mejora de la condición humana; todo ello, procedente de un punto de
vista heredado del pensamiento helenístico.
Eso es así, otra cosa es
que, con el transcurrir del tiempo, esa filosofía implícita en la Cultura
Física no solo se ha obviado sino además despreciado; pero eso no sucede solo
con nuestras naturales disciplinas deportivas sino también con las que nos han
sido exportadas de Oriente. Es como si hubiésemos cortado por la mitad las
disciplinas deportivas despojándolas de su verdadera esencia filosófica.
En lo que hoy se entiende,
de forma errónea, como Culturismo encontramos personas extraordinariamente
individualistas, narcisistas, egoístas y con nula empatía hacia sus semejantes, además de sentir poco amor por su salud corporal.
Esas personas, por mucho que se publiciten como culturistas no lo son.
El verdadero culturista se
considera como un ladrillo más, un simple instrumento de la Humanidad y cuyo
ejemplo debiera repercutir sobre las personas que lo rodean. Vimos que un
Culturista, además de un verdadero deportista que compite contra sus
deficiencias corporales, además es un gentleman, un dandi; es decir, un
verdadero Caballero o Señora en toda regla, según el concepto lleva consigo
desde la antigüedad y ¿qué es un Caballero o una verdadera Señora?
Un Caballero o una Dama
son personas vigorosas y vitales, siempre dispuestas a obsequiar con una
sonrisa a quienes les rodean; pero no solo eso, sino que, además, pueden
mantener una conversación inteligente y razonada sobre casi cualquier Tema.
Un verdadero Culturista no
queda impasible ante las deficiencias, desgracias y errores de sus hermanos y
hermanas humanas. Con la debida cortesía y educación, muy a pesar de ello, no
deja de ser políticamente incorrecto a la hora de indicarnos que estamos mal,
que hacemos las cosas mal y darnos los consejos adecuados para que podamos
corregirnos.
No estamos hablando de
juzgar a las personas, solo podemos juzgarnos a nosotros mismos, sino de decir
la verdad sin ambigüedades. Flaco favor realizamos a otros si ayudamos a
ocultarles sus carencias y errores.
No es cuestión de ser un
mal educado y llamar a nuestros semejantes, guarros, gordos o enquencles, sino
de hacerles ver que su apariencia muestra su insalubridad y por lo tanto,
también, su malestar tanto físico como psíquico. La gordura extrema, la suciedad o la flaqueza
extrema no son naturales de una condición saludable Humana, ni de cualquier
animal salvaje y que, bajo dicha condición, sería fácil presa de los
depredadores.
Ya, ya sé que no vivimos
en condiciones salvajes para bien nuestro; pero tanto, nuestra condición física
como de alerta psíquica debería de ser similar a aquella con el fin de hacer
frente, no solo a nuestra vida cotidiana sino también a aquellas circunstancias
extraordinarias que pudieran surgirnos al paso.
El levantamiento de pesas
solo es una pequeña aunque importante faceta del Culturismo. Un culturista debe
saber defenderse a sí mismo y a aquellos que se encuentren bajo su
responsabilidad, todo ello, sin resultar de naturaleza agresiva o con un exceso
de testosterona.
Para un verdadero
Culturista, la violencia no es una opción válida; pero llegado el caso, no debe
dejarse llevar por la visceralidad y sopesar sus posibilidades de vencer en una
hipotética contienda.
Ante una confrontación, el
culturista intentará zanjarla mediante el diálogo razonado, dejándose llevar
por el sentido común. Si eso no basta quizá, mostrar sin ánimo de amenaza sus brazos o torso, pueda servir para que el hipotético oponente desista de su
agresión.
Debemos recordar que el
Culturismo, en sí, no es un Arte Marcial; pero un Culturista es aceptable que
pueda estar instruido en determinadas artes marciales de carácter defensivo. De
hecho no es otra cosa que una faceta más en la que los antiguos griegos se
formaban en sus escuelas o gimnasios.
La lucha libre olímpica,
el pugilato y el pancracio eran las artes marciales del mundo heleno. Muchas de
las normas de aquellas artes se han perdido para siempre; pero se conoce, por
referencias de la época, que el pancracio era muy similar al Ju Jitsu japonés o
a lo que, en la actualidad, se conoce como artes marciales mixtas o MMA, (la verdadera Lucha Libre Profesional).
Ello no quiere decir que
el Culturismo deba resucitar aquellas antiguas artes; entre otras cosas porque
con otro nombre y, en diferentes lugares del mundo, siguen vigentes. Se habla
mucho de las artes marciales orientales como el kárate, el Judo, Aikido o el
Taekwondo; pero aunque su inspiración u origen son tan antiguos y milenarios como el Kung
Fu, lo cierto es que son relativamente recientes, no anteriores a la primera
guerra mundial y consecuencia de la occidentalización de sus países originarios.
El hecho clave es que el
Judo, originario del antiguo Ju Jitsu japonés se creó para ser convertido en un
deporte de competición. De hecho, tanto el Judo como el Taekwondo Coreano
terminaron convirtiéndose en juegos olímpicos.
Expuesto todo lo anterior
cabe decir que las artes marciales, para el Culturismo, no dejan de ser otra
cosa que disciplinas conducentes al desarrollo integral del Ser Humano "el fin
último del Culturismo", siendo el tema defensivo de dichas disciplinas un hecho
meramente anecdótico y que el culturista debe, por todos los medios evitar,
dado que la violencia genera violencia y una pelea puede saberse como comienza;
pero nunca como acaba. Por otro lado, cualquier acto de violencia conlleva
consecuencias imprevisibles como la venganza de otros y que no se pueden
controlar.
Dicho lo cual, poco puede
hacerse en contra de las armas de fuego que utilizan los delincuentes y lo que
hace inútiles, como arma defensiva, a las artes marciales; por lo tanto ellas deben ser
practicadas bajo la filosofía en que fueron inspiradas y que, de forma
integral, fue asumida por los creadores del Culturismo europeo.
El Culturismo no posee una
especie de decálogo de normas filosóficas estrictas y que lo habrían convertido en una
suerte de religión de Culto al Cuerpo. El Culturismo posee una tolerancia muy elevada respecto a
las disciplinas físicas o mentales practicadas; pero a título personal me
decantaría por las menos lesivas o peligrosas para sus practicantes.
Tanto el Judo como la
Lucha Grecorromana, el Aikido o el Taichí, nos parecen un complemento ideal
para todo Culturista que se entrene con libros y pesas.
Sea como fuere, la
filosofía del Culturismo es algo muy básica y razonable que podría explicarse
con muy pocas palabras: Respecto a uno mismo,
mantener una buena salud tanto física como psíquica para sostener, durante el
mayor tiempo, la mejor calidad de vida posible y respecto a los demás, haz lo
que tú quisieras que te hicieran y no hagas a los demás aquello que a ti no te
gustaría que te hicieran.
No hablamos de Amor,
Caridad u otros conceptos de moralidad religiosa, sino de simple sentido común
humanista.
Porque la Filosofía tiene
que ver con nuestro intelecto, es por lo que hay que mantenerlo en forma. Un
intelecto enfermo provoca un desequilibrio que se transmite a nuestra actividad
física que degenerando, por ello, realimenta en lo mental una continua
degradación.
Ment sana in Córpore sano
Antonio
Ruiz Alba (Entrenador Personal)