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lunes, 25 de abril de 2022

60 Lección, Sexto Grado, Segunda Orden

"Afanarse produce ansiedad"


-La ansiedad conduce a un deterioro del nivel de vida y a una muerte prematura-


Cuando hablamos del "ansia" estamos tratando de un estrés de origen psicológico producido por un interés exacerbado por poseer o realizar algo en particular. El problema se produce cuando al haberse obtenido ese objetivo, otro lo sustituye y así de forma indefinida, sucediendo que esa ansiedad se instala, en la mente, de una forma crónica terminando por afectar al cuerpo físico que enferma y nos conduce, primero, a un nivel de calidad de vida deficiente para, después, llevarnos a la tumba de forma prematura.


Ese afán es una característica propia de los seres humanos y es algo intrínseco a la capacidad de prosperar a nivel intelectual, como también lo es y lo fuera, muy especialmente, en el pasado a la hora de sobrevivir ante las dificultades enfrentadas ante el mundo así como por el ataque de los depredadores. 


Esa ansiedad, en ese sentido, para la mente humana viene a ser como el oxígeno para nuestro organismo que nos es imprescindible para la vida; pero también es la causa de oxidación de las células y que nos lleva a envejecer y, por lo tanto, a morir. Así, ese afanarse por ser mejores que los demás, por superar retos, cada vez mayores, ha sido el principal componente de la evolución de la inteligencia en el Ser Humano; pero también la principal causa de que el estrés se instale en la mente humana como un huésped cotidiano y que, de forma natural, solo debería de realizar su aparición en momentos puntuales y de extraordinaria necesidad; es decir, porque nos fuera la vida en ello.


El problema surge cuando una ingente cantidad de nimiedades; es decir, de cuestiones que en modo alguno son necesarias, se convierten en prioridades del mismo rango que si nos encontráramos en peligro de muerte por estar siendo acechados por un tigre.


Ese derroche de ansiedad, de estrés, es una fuente de adrenalina exagerada y que no se disipa mediante el esfuerzo físico correspondiente, como sería, por ejemplo, el necesario para huir del peligro y al mismo tiempo pensar en donde ocultarnos y guarecernos, en tanto que solo corriendo no podremos librarnos del tigre. Algo que requiere una capacidad de cómputo extraordinaria; pues bien, esa adrenalina no consumida, al no existir una contraparte fisiológica de esa ansiedad mental, se va acumulando en nuestro organismo y convirtiéndose, para él, en un terrible veneno que terminará por deteriorarlo.


"La adrenalina, también conocida como epinefrina por su Denominación Común Internacional, es una hormona y un neurotransmisor que se produce en las glándulas suprarrenales.​ Aumenta la frecuencia cardíaca, contrae los vasos sanguíneos, dilata las vías respiratorias, y participa en la reacción de lucha o huida del sistema nervioso.​

Fórmula: C₉H₁₃NO₃"

(Wikipedia)


Todo lo anterior, sé que lo conoce todo el mundo; pero entiendo que hay que volver, de continuo, sobre éste asunto porque tenemos poca memoria y se olvida con facilidad que nos preocupamos, de forma excesiva, por cosas que, la verdad, no merecen la pena. No merece la pena, al menos, que derrochemos ese exceso de adrenalina y a la que no terminamos de saber darle una salida apropiada.


Estar preocupado durante todo el día, todos los días de la semana y así durante todo el año, no parece que sea una buena idea. Por lo tanto, respiren un par de veces y calmense analizando, si es necesario, el por qué están preocupados, sin necesidad; tan solo por cuestiones nimias que no se merecen nuestro sufrimiento. No sé, miedo a que no nos salgan las cosas como queremos. Quizá seamos demasiado exigentes con nosotros mismos. A lo mejor también exijamos demasiado a nuestros allegados, nuestro esposo o esposa, nuestros hijos, familiares o compañeros de faena.


Muchas veces, tanta es la ansiedad que nos embarga por cosas sin importancia que cuando, en realidad, necesitamos esa adrenalina resulta que nos quedamos bloqueados y no sabemos cómo reaccionar porque estamos vacios de ella, no poseemos reservas. Paradojas de la Vida. Nos preocupamos por nada y pasamos por alto las cosas importantes, viniendonos los golpes por duplicado. Primero por el estrés innecesario y segundo por no haber sabido afrontar las verdaderas vicisitudes de la vida.


Bien, expuesta esta nueva perogrullada, solo nos resta aconsejar que intentéis tomaros la vida con calma y cambiar, mediante nuestro reiterado ejercicio de auto convencimiento frente al espejo, esa preocupación derivada del vivir cotidiano, por una permanente sonrisa, como si nos riéramos no solo del Mundo sino también de nosotros mismos. La idea es abandonar ese estado de estrés permanente conociendo que nuestro Organismo reaccionará, de forma automática, cuando en verdad sea necesario. 


No malgastemos nuestras energías de forma inútil y no nos preocupemos de nada porque la preocupación es como un sufrimiento previo a la ocupación a la que, de forma ineludible, deberemos de hacer frente si o sí. No permitas jamás que un gramo de adrenalina salga de tus suprarrenales sin que sea absolutamente imprescindible. Recuerda que la Preocupación no sirve para otra cosa que para enfermar y complicarse innecesariamente la Vida, así como la de la gente que nos rodea, incluidas las personas que más amamos.


Aralba R+C