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martes, 8 de marzo de 2016

En Marcha


Pasar de los cincuenta y nueve kilos, cuando tenía veintitantos años, hasta los noventa y cuatro que llegué a pesar, hará un par de años, se produjo en un tiempo de más de treinta años y un drástico cambio de metabolismo aliñado con un prolongado periodo de inactividad física y un tabaquismo, no habitual y diario; pero sí prolongado en el tiempo.

Tomar consciencia de un deterioro físico y emocional progresivo no fue fácil, a pesar de la evidencia morfológica, hasta que comienzas a sufrir sus consecuencias: hormigueo primero y luego picor en la parte baja de las piernas,a la altura de los tobillos, aparición de arañas vasculares que venían presumiendo la pronta aparición de las terribles y preocupantes varices y, lo peor de todo, la fatiga crónica y dificultad respiratoria que impedía que pudiese correr para no perder el transporte público y que incluso nos llevó, en alguna ocasión, al borde de la lipotimia.

Las herramientas las tenía en el interior de la casa y en el exterior, en la calle. Pesos libres, bicicleta elíptica y otra serie de utensilios que, desde hacía tiempo, se encontraban guardados en algún rincón de la casa criando telarañas. Afuera, una serie de hermosos parques y circuitos específicos para bicicletas y running.

Aun así  debería luchar todavía, durante un cierto tiempo, contra la desidia y la pereza. Ya saben, aquello de hoy no comienzo que estoy muy cansado, mañana comenzaré; pero ese comenzar nunca se producía hasta que, reconozco que no sabría explicarlo, un día me decidí a levantarme y poner en marcha todo aquello que había estado fermentando en mi interior durante los días anteriores; pero lo curioso fue que no me dirigí a un gimnasio cercano para apuntarme y utilizar sus máquinas e instalaciones.

Comencé primero a hacer un uso habitual, no continuo aún, de mis artefactos de fitness hasta que reduje esos terribles noventa y cuatro kilos de desorden interno en noventa y uno y fue entonces, con la visita prescrita, al médico de cabecera que nos enteramos, tras los pertinentes análisis, que esa grasa no solo era superficial, sino que se encontraba atenazando nuestros órganos internos y el miedo nos llevó a buscar un medio previo al de apuntarnos, de forma definitiva, a un gimnasio o ponernos en mano de algún entrenador personal. Así nos apuntamos a una escuela de monitores de gym.

Gracias al aprendizaje en la escuela, donde aún estamos, comencé a estructurar con criterio científico un desordenado circuito de ejercicios que me podría estar ayudando en algo, no lo dudo; pero que no me hacía progresar de forma eficiente y que, además, me provocaba pequeñas lesiones musculares y articulares que me hacían desistir de continuar con el entrenamiento. Una vez detectado el problema y corregido el circuito de ejercicios, así como su intensidad, el peso y resistencia utilizados, empecé por primera vez a sentirme bien, realmente bien.

Abandonados los hábitos sedentarios y todo aquello que intuía no me estaba beneficiando en nada, pasé de un circuito multilateral y generalista que trabajaba tanto los músculos chicos como los grandes de todo el cuerpo y con unas cargas muy livianas, todo ello por algo más de un mes, a otras sesiones más específicas que me permitían concentrarme más en determinadas partes del cuerpo: piernas, brazos, hombros, pectorales, espalda, dorsales y abdominales.

Ejercitándolas por separado, dejando algunos días de descanso entre sesiones, comencé a sentirme mejor y a notar que un calentamiento previo y específico, de intensidad baja, prevenía, con bastante eficacia, el dolor de los tendones y articulaciones muy a pesar de que comenzaba a trabajar con cargas cada vez más elevadas.

La alimentación y los suplementos nutricionales también están cumpliendo su función recuperadora y al presente es lo poco que os puedo contar. Nos gustaría tener algún tipo de actividad diaria, chamba o trabajo, que nos supusiese un más efectivo descanso nocturno; pero es lo que hay y con eso tenemos que lidiar.

Andamos notando un mejor tono muscular y un contorno más redondeado o definido y menos amorfo que nos incita a continuar con el trabajo emprendido de mejoramiento personal. 

Espero que si alguno de ustedes se ha sentido identificado, con lo arriba expuesto, también sienta la necesidad de ponerse en marcha y no permitir que el deterioro físico perjudique su estructura completa, como persona, incluida la emocional y mental.

A pesar de que los avances aún nos parecen escasos, seguimos en marcha buscando la meta del bienestar general, sabiendo que es un trabajo que se conseguirá paso a paso, poco a poco; pero sin perder la esperanza de que iremos, con el necesario tesón, desprendiéndonos de una parte importante de la excesiva grasa para ir sustituyéndola por materia magra, acompañada de un sentirse bien con uno mismo

Aralba